Después de
muuuuuuuuuuuuucho tiempo en silencio retomamos la actividad del blog, y no
podía ser de otra manera que en los días previos a una de nuestras fiestas
preferidas, la celebración del “Dia de la Valldigna”, que es el 15 de marzo.
Este año cae
en domingo, y se puede celebrar el mismo fin de semana, aunque hay tantas actividades
programadas que vamos a tener dos “findes” de fiesta: éste y el último de
marzo, con las Fallas de por medio. ¡¡Madre mía, qué semanas más intensas vamos
a tener!!, pero no por ello os vamos a dejar de lado, ¿eh?, que la próxima
semana servimos pedidos lunes y martes, y la del 23 al 27, de lunes a jueves,
como es habitual.
Vamos a
poneros un poco en contexto, y a explicaros el origen y el porqué de esta
celebración. El 15 de marzo se conmemora
la fundación del Monasterio de Santa María de la Valldigna, en el año 1298.
Esta festividad comenzó a celebrarse el año 1998, fecha en la cual el templo
cistercense cumplía 700 años.
Cuenta la
leyenda, que el rey Jaime II de Aragón, tras luchar contra los musulmanes por
tierras de Alicante y Murcia volvía hacia sus dominios, cuando se detuvo en un
alto del valle de Alfándech o Marinyén, nombre que recibía la Valldigna a
finales del S. XII.
Desde ese
alto, hoy conocido como el “Mirador de la Visteta”, Jaime II le dijo a su
capellán, fray Bononat de Vila-Seca (abad del Monasterio de Santes Creus, en
Tarragona): “Vall digna per a un monestir de la vostra religió” (valle digno
para un monasterio de vuestra religión). A lo que el abad le respondió: “Vall
digna!!” (¡¡Valle digno!!). El valle fue donado por el rey a la oden del Císter
(a la que pertenecía el religioso) el año 1297 para que fundase un monasterio
en honor a Santa María, y un año más tarde se creó el nuevo cenobio cistercense
(a imagen y semejanza del de Santes Creus) llegando a ser el más importante del
antiguo Reino de Valencia.
El templo se
convirtió en el centro neurálgico del valle, formado por los actuales municipios
de Simat, Benifairó y Tavernes de la Valldigna, junto con Barx. Tras siglos de
esplendor, y con la desamortización de Mendizábal, llegó el declive del
Monasterio, que en el año 1.835 fue abandonado por los monjes y vendido a
particulares. Es ahí cuando comienza su expolio, y la decadencia de esta
importante joya arquitectónica. Pasó a ser una explotación agropecuaria
particular, en sus tierras se cultivaron naranjos, y su iglesia fue utilizada
como almacén, para finalmente dejarse perder.
Finalmente, el
año 1991, la Generalitat Valenciana lo compra a sus propietarios y empiezan los
duros trabajos de restauración, que a fecha de hoy aún están vigentes. En el
año 1999 se crea la Fundació Jaume II el Just (Fundación Jaime II el Justo),
encargada de su recuperación y gestión. En la actualidad es una joya
patrimonial y un magnífico escenario para la cultura, ya que en el recinto
monacal se celebran exposiciones, conciertos, conferencias, etc. Volviendo a
ser el pilar del Valle, el orgullo de los valldignenses, y el referente de un
pasado que no podemos olvidar.
Y volviendo
a nuestros días, ya estamos de lleno metidos en la celebración. Muchas han sido
las actividades que los cuatro pueblos de La Valldigna, han organizado durante
estos 17 años: conciertos, exposiciones, presentaciones de libros, misas, “correfocs”,
feria medieval, paella gigante, verbenas, etc… un poco de todo y para todos los
gustos, y que han ido variando.
Las que han
perdurado en el tiempo son la entrega de los “Premios Valldigna”, que en su decimosexta
edición recaen en la Unió Musical de Tavernes. Y también la tradicional “Marcha
de les Torxes”, y posterior lectura del manifiesto. 20 años llevan las gentes
de la Valldigna acercándose a las puestas del cenobio, con sus antorchas, para
demostrar un año más la unión que tenemos todos, pese a los típicos piques de
pueblos vecinos.
Pero este
año también se puede disfrutar de la “V Feria del Libro y Artesanía”, en las
inmediaciones del Monasterio, así como castillos hinchables y juegos
tradicionales para los más pequeños, o discomóvil y verbena para la gente
joven.
Para el próximo, tendremos más verbenas y la Feria Gastronómica, con la participación de los restaurantes, bares y establecimientos gastronómicos de La Valldigna.
Pero si algo
podemos destacar este año es el carácter especial que va a tener la celebración
para muchos, ya que vamos a echar de menos un pilar fundamental del Valle,
ligado a historia reciente del Monsaterio y a la fiesta. Este año vamos a echar
de menos a Francisco Teodoro, ya que será la primera Valldigna que no esté
entre nosotros, que no nos arrope con sus impresionantes imágenes, y que no nos
aporte su mejor legado, las grandes fotografías del Monsaterio y de sus gentes
que año tras año hacía.
Pero Paco no
nos ha abandonado, en el corazón de los habitantes de la Valldigna se mantiene
vivo su recuerdo, y seguro que allá donde esté disparará un sinfín de
instantáneas para dejar constancia un año más de nuestra fiesta, del “Dia de la
Valldigna”. Con una de sus imágenes nos despedimos hasta el próximo post.
PROGRAMACIÓN